La educación emocional es importante para el correcto desarrollo de niños y adolescentes. A través de ella, se desarrollan habilidades emocionales, tales como la conciencia o regulación emocional, necesarias para el bienestar personal o social de niños y adolescentes.
Reconocer y gestionar de manera adaptativa las emociones, mejora la autoestima y el autoconcepto. Saber expresar de forma adecuada nuestras emociones, influye en el desarrollo social. Tolerar emociones como la frustración, facilita la resolución de problemas y conflictos. Estas entre otras muchas son las consecuencias que conlleva el desarrollo de la inteligencia emocional. Por ello, es necesario que desde el ámbito educativo y familiar se tengan herramientas para ofrecer una correcta educación emocional.
Padres y profesores enseñan a sus hijos y alumnos a gestionar sus emociones desde fuera hacia dentro. Es decir, les proporcionan herramientas o recursos para que ellos regulen sus propias emociones. En esto consiste la heterorregulación emocional. Las figuras significativas del menor regulan sus emociones, para que este con el tiempo aprenda a regularlas por si mismo. Lo que se conoce como autorregulación.
A continuación, se detallan una serie pasos que facilitan que la heterorregulación sea eficaz:
- Los adultos deben ser capaces de identificar sus propias emociones y conocer la función adaptativa de cada una de ellas.
- Ayudar a los niños a reconocer sus emociones en diferentes situaciones.
- Validar las emociones. Es decir, permitir que los niños experimenten esa emoción y la expresen con sus propias herramientas. Aunque siempre marcando ciertos límites que no permitan la agresividad física o verbal.
- Enseñarles a gestionar la emoción. Es decir, dotarles de recursos que permitan tolerar dicha emoción. Es importante que, para llegar a gestionar una emoción, primero deban sentirla.
Ej: Si nunca les dejamos que se sientan aburridos, jamás llegarán tolerar el aburrimiento.
- Invitarles a reflexionar. Los niños deben parar y pensar en la emoción que están sintiendo, en qué están pensando y qué es lo que quieren hacer o a qué les empuja a hacer dicha emoción.
- Darles una respuesta emocional adaptativa. Explicarles qué forma de pensar o de actuar es la más correcta en cada situación y qué consecuencias pueden tener nuestro comportamiento.
Es muy común cometer errores durante la puesta en marcha de estos pasos. Pero lo importante no es cometerlos sino identificarlos y pedir perdón cuando sea necesario. Algunos de los errores más habituales son:
- “No merece la pena llorar por eso”
- “No te enfades por esa tontería”
- “¿Por qué te sientes/comportas así?”
- “Cuando te tranquilices… entonces hablamos”
Estas frases invalidan sus emociones, piden explicaciones que ellos todavía no saben dar y niegan la ayuda que necesitan para aprender a gestionar sus propias emociones. En definitiva, enseñar a niños y adolescentes a identificar y regular sus emociones es tan importante como cualquier otro aprendizaje.
Más información en:
- https://revistas.uptc.edu.co/index.php/praxis_saber/article/view/8941
- https://www.observatoriodelainfancia.es/ficherosoia/documentos/3483_d_Cuaderno_Faros_6.pdf
- https://inteligenciactiva.com/blog/
Bibliografía recomendada.
Pérez, N., & Filella, G. (2019). Educación emocional para el desarrollo de competencias emocionales en niños y adolescentes. Praxis & Saber, 10(24), 23-44.
Bisquerra, Rafael (Coord.); Punset, Eduard; Mora Francisco; García Navarro Esther; López-Cassà, Èlia; Pérez-González, Juan Carlos; Lantieri, Linda; Nambiar, Madhavi; Aguilera, Pilar; Segovia, Nieves y Planells, Octavi (2012). ¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobregat (Barcelona): Hospital de Sant Joan de Déu.
Autora: María Aznar López
Psicóloga
CV16416